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jueves, 28 de junio de 2018

BAJO RENDIMIENTO


>>TODO PENSAMIENTO ES UNA SEMILLA. SI PLANTAS SEMILLAS PODRIDAS, NO CUENTES CON RECOGER MANZANAS DELICIOSAS.  BILL MEYER<<
Cuando la víctima tiene antecedentes de buen rendimiento escolar y de repente pasa por una etapa de bajo rendimiento, el aspecto emocional puede estar repercutiendo en esta baja, producto del bullying.
El bajo rendimiento escolar es un problema frecuente y tiene múltiples causas; las alteraciones que lo caracterizan, se expresan fundamentalmente en las áreas de funcionamiento cognitivo, académico y conductual. El bajo rendimiento escolar es una vía final común de diferentes trastornos, etiologías y mecanismos. Es habitual la presencia de múltiples alteraciones, porque la disfunción cerebral en la niñez generalmente afecta a muchas funciones. Consecuente con lo anterior, los programas de manejo deben ser individualizados, comprensivos e incorporar aspectos del niño en particular, la escuela y la familia. La planificación del tratamiento incluye, educación y entrenamiento de los padres, adecuaciones académicas, técnicas para mantener la autoestima y un enfoque psicofarmacológico. Es necesario monitorear en forma continua los programas de manejo especialmente para detectar comorbilidades importantes que puedan emerger, para realizar modificaciones que se adecuen a los cambios en las demandas académicas y sociales a las diferentes edades del niño y para proveer de información actualizada. Las consecuencias que tenga el bajo rendimiento escolar para el niño dependerán en medida importante de las alteraciones subyacentes. El personal de salud tiene múltiples roles en la prevención, detección, diagnóstico y manejo del niño con bajo rendimiento escolar.

IMPACTO
Los estudios realizados detectan una relación inversa moderadamente significativa entre el fenómeno bullying o acoso escolar y rendimiento académico. Según concluyen, a mayor grado de participación, menor rendimiento escolar, siguiendo el orden de observador, a víctima y agresor.

En el caso de la víctima, la vivencia de ataque provoca descenso de la autoestima, estados de ansiedad e incluso cuadros depresivos, pudiendo llegar al suicidio, con la consiguiente imposibilidad de integración escolar y académica. Estos niños y niñas consumen energía en su defensa y miedos, alterando la capacidad de memoria, distorsionando la capacidad cognitiva, dificultando la concentración, y por lo tanto, perjudicando gravemente el aprendizaje. También se ve afectada la socialización, agravada además por un aumento de la tasa de inasistencia, llegando en algunos casos al abandono escolar.

El rol agresor, presenta una autoestima deteriorada y baja motivación escolar, actuando impulsivamente, evidenciando dificultades de atención y concentración, factores esenciales en el aprendizaje. Paralelamente, está sujeto a consecuencias indeseadas y puede suponer para él/ella un aprendizaje inadecuado sobre cómo conseguir objetivos y por tanto, estar en antesala de una futura conducta delictiva.

Por último, en el caso de los observadores, también ven afectado su rendimiento escolar, ya que viven situaciones que les suponen un aprendizaje sobre cómo comportarse ante situaciones injustas y un refuerzo para posturas individualistas y egoístas, viéndolo como una salida llegando a valorar como posible y respetable la conducta agresiva, pudiendo generar en ellos/as la desensibilización que se produce ante el sufrimiento de otros, a medida que van contemplando acciones repetidas de agresión en las que no son capaces de intervenir para evitarlas. Todo esto genera conflicto de valores, falta de concentración, miedo, confusión, inseguridad y disminución de la autoestima, afectando directamente a su capacidad de trabajo y rendimiento escolar.

Distintas investigaciones avalan que el bullying provoca un malestar general en la persona que está implicada, disminuyendo su calidad de vida. En los apartados siguientes, se describirá a nivel conceptual, la relación que existe entre la dinámica de bullying, y el rendimiento académico en el adolescente, haciendo hincapié en el rol del agresor y el de la víctima.
*       El comportamiento interpersonal durante la infancia y la adolescencia

*       Juega un papel vital en la adquisición de reforzamientos sociales culturales y económicos. Los niños, niñas y adolescentes que carecen de los apropiados comportamientos sociales experimentan aislamiento social, rechazo y, en conjunto, menos felicidad.

En cuanto a la primera variable "estrategias cognitivas de aprendizaje", mostró como resultado que los adolescentes que estaban inmersos en la dinámica bullying, más específicamente en el rol de víctima y de agresor, presentaban mayores dificultades en las estrategias de estudios, enfocándose en las superficiales o memorísticas, así como problemas en la planificación y búsqueda de sus logros académicos, en comparación con el grupo general. En cuanto a la segunda variable "rendimiento académico", los alumnos que se encontraban en el rol del agresor.
Como conclusión hay que resaltar el daño personal, social y académico que sufren todas los roles que intervienen en una situación de acoso escolar o bullying, siendo prioritario la prevención y/o la intervención lo más inmediata posible.

CONSECUENCIAS DEL BAJO RENDIMIENTO ESCOLAR

En la etapa escolar de un niño no se debe permitir que queden vacíos en el aprendizaje de este, porque son muchas las posibilidades de que presente un problema como la dispedagogía, que es cuando en el estudiante no ha consolidado el aprendizaje de años anteriores, y este va arrastrando una “educación incompleta”.

Lo ideal es que los padres ayuden a sus hijos en el aspecto académico para poder mejorar, que hagan un diagnóstico cuando detectan algún problema en su rendimiento escolar y que sepan cómo tratarlo, ya que según expertos el castigo en estos casos no suele ser la mejor opción y lo recomendable es que sea tratado de manera científica.

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